¿Qué es un papelógrafo?

Un papelógrafo o rotafolio es un tipo de pizarra formada, por lo general, por un rollo de papel en blanco. Presenta forma de caballete y es una de las herramientas más empleadas en las exposiciones orales, ya que es muy útil para presentar ideas, anotaciones… Es por ello que es especialmente frecuente encontrarlos en las salas de reuniones de las empresas o en centros educativos.

Sus hojas suelen ser de gran tamaño, para poder escribir con letras grandes y legibles, normalmente de un tamaño que oscila entre 841x594mm y 600x900, y se encuentran sujetas a la estructura mediante cintas, tachuelas, argollas…

Sin embargo, como descubriremos a lo largo de este artículo, podemos encontrar diversos tipos y soportes para papelógrafo, cada uno de ellos con unas ventajas y beneficios diferentes.

Partes de un papelógrafo

El papelógrafo más convencional es el que está integrado, básicamente, por: papel y caballete.

El papel del papelógrafo suele ser blanco liso, aunque en ocasiones también se emplea el cuadriculado y de otros colores, como el azul claro. Sus hojas han ser lo bastante gruesas como para que la tinta no traspase y manche al resto del bloc. En este sentido, se recomienda un grosor de, al menos, 60g/m2. Podemos encontrar hojas ya microperforadas, para facilitar su arranque cuando hayamos llenado toda la superficie o bien, podemos optar por voltearlas hacia atrás por si, más adelante, necesitamos retomar alguna idea.

En cuanto a la estructura, como hemos mencionado, la más habitual y utilizada es la que presenta forma de caballete, aunque, como veremos más adelante, existen otras.  

Los caballetes de tipo profesional, empleados en los ámbitos laborales, representan un buen sistema de apoyo para los rotafolios o papelógrafos. Estos sistemas de sujeción pueden plegarse, lo que supone un ahorro en el espacio. Si, por el contrario, disponen de ruedas, carecerán de esta posibilidad, pero serán más fáciles de transportar.

Los caballetes para papelógrafos son variados en su forma, incluyendo desde una a cuatro patas, y en su superficie. Podemos encontrar desde los más básicos a los más modernos y actuales, que presentan el borrado en seco.

De los primeros, podemos decir que estamos ante trípodes básicos, cuya altura puede regularse. Dotados de unos ganchos ajustables y bandeja para depositar los rotuladores, estos trípodes básicos suponen la opción más económica.

Como hemos mencionado, en los tipos de caballetes encontramos diversas superficies: melamina, metálica o magnética.

La superficie de melamina es la adecuada para soportar los blocs del papelógrafo sujetos con un sistema de pinza; las metálicas suelen estar hechas a base de acero lacado y se puede escribir directamente sobre ellas, ya que permiten el borrado en seco y se limpian fácilmente. Para finalizar, encontramos las magnética las cuales, además de escribir, permiten fijar notas y papeles mediante imanes. Algunos de estos caballetes están dotados de barras de extensión que aumentan la superficie de escritura. 

Tipos de papelógrafos

Atendiendo a cómo se disponen las hojas, podemos distinguir entre: rotafolio simple, rotafolio de hojas invertidas, rotafolio doble o rotafolio tipo libro.

Por otro lado, en función de dónde lo dispongamos, también podemos hablar de diferentes tipos de papelógrafos:

De pared: mediante clavos, fijamos las hojas del rotafolio a la pared. A medida que vayamos llenándolas de ideas y trazos, las iremos cambiando.

De caballete: este tipo, como hemos mencionado, es el más habitual debido a sus dimensiones y a que, a diferencia del de pared, nos ahorramos agujerear dicha superficie.

De escritorio: este papelógrafo carece de estructura metálica y, simplemente, consiste en láminas dotadas de un arillo que se colocan sobre un escritorio. Este tipo de rotafolios se sostienen gracias a una estructura de cartón que les aporta estabilidad y es de fácil montaje.

Algunos papelógrafos de este tipo, están dotados de adhesivo reposicionable para poder pegar las hojas sobre las paredes, de tal manera que, todo el mundo que se encuentre en la sala pueda ver lo que se escribe sobre ellas. La gran ventaja es que, al despegar las hojas de la pared, no dejamos ningún tipo de marca. Y, para evitar que la tinta traspase, el papel es previamente tratado. Como desventaja frente a los otros tipos de papelógrafos, podríamos mencionar sus dimensiones, mucho menores que las de los otros. Se encuentran en torno a los 50x58cm.

Por qué usar un papelógrafo

Las ventajas y aportaciones de los papelógrafos son bien conocidas por profesores, oradores o todas aquellas personas que intervienen en reuniones de trabajo.

A diferencia de otros métodos convencionales como las pizarras, la principal ventaja de los papelógrafos respecto a estas es su facilidad de transporte, especialmente si está dotado de ruedas. Igualmente, aunque careciera de estas, el peso del papelógrafo es mínimo.

Por otro lado, los papelógrafos permiten regresar a las ideas ya expuestas. En las pizarras, una vez están completas y no quedan espacios libres, nos vemos obligados a borrar la información o ideas depositadas para poder seguir con nuestra exposición. Sin embargo, el papelógrafo, permite retomar ideas ya expuestas dado que se encuentran en los folios que hemos usado previamente y que simplemente hemos volteado para disponer de una nueva hoja sobre la que continuar nuestra intervención. Así, podemos regresar a las láminas para continuar con el análisis o recordar términos.

La preparación y elaboración de los papelógrafos es de lo más sencilla. El punto más importante a tener en cuenta es la correcta elección del papel, el cual, ha de prevenir los traspases de tinta. Además, es preferible que sea de color blanco, ya que garantiza una mayor legibilidad. Sin embargo, también puedes encontrar otros colores, igualmente adecuados, como el azul claro o el amarillo. Si quieres apostar por la sostenibilidad, siempre podrás recurrir al papel reciclado.

En cuanto a los rotuladores, elige preferiblemente los de punta gruesa y solución acuosa. La tinta puede variar del azul oscuro, al rojo, verde o negro.

Para finalizar con sus ventajas, destacar su bajo coste.

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